jueves, 2 de julio de 2015

JARDINES Y FUENTES DEL PALACIO DEL INFANTADO (GUADALAJARA)

Uno de los mejores edificios del arte gótico español, mantiene un solar medio abandonado que es algo un poco extraño, pues precisamente ese amplio espacio que se abre a poniente del palacio mendocino, fue desde sus inicios, allá por los finales del siglo XV, un espectáculo curioso, y desde luego, bello.
Cuando el segundo duque levantó, a partir de 1481, sus “casas mayores” por acrescentar la gloria de sus progenitores y la suya, llamó para participar en las obras a un gran número de artesanos mudéjares,bajo la dirección técnica del arquitecto Borgoñón Juan Guas, un buen puñado de alcarreños árabes hizeron maravillas con la piedra, el yeso y la madera.
De esa inspiración oriental surgieron los jardines, en los que el agua fue protagonista, corriendo en delgados hilos por acequias y fuentes, en mil formas sonoras y refrescantes,todo un lujo.
Pero llegó el siglo XVI y con él las reformas del quinto duque, que como su homónimo y tatarabuelo el constructor, se llamaba don Iñigo López de Mendoza,completando una serie de alteraciones, más bien prácticas, en la disposición interna del palacio, y otras de carácter estético y al mismo tiempo doctrinal, en las techumbres de sus salas bajas, en las que mandó al pintor Florentino Rómulo Cincinato colocar innumeras escenas de guerra y mitología, el hecho cierto es que, a partir de 1570, este quinto duque se propuso también realizar reformas en estos jardines palaciegos, y desarrollar en ellos un programa iconológico complementario de lo pintado en los techos de las salas.
La tradición humanista de rodear las casas, siempre que se pudiera, de un ámbito natural paradisíaco, tiene todo su apogeo en la Italia del Renacimiento,se recoge la herencia clásica, propuesta por Teócrito y Virgilio, del “locus amoenus” en el país de Arcadia, y se elabora a través del neoplatonismo como un “paradiso terrestre” que, a través de la aportación literaria del Petrarca será el lugar ideal para la “vita solitaria” como forma ideal de la existencia paradisíaca.
En los jardines reformados del palacio del Infantado quiso poner el duque un complejo mundo de referencias mitológicas que acentuaran ese carácter de ámbito clásico, de reminiscencia humanista que él tanto apreciaba.
De los primitivos jardines, por supuesto, no ha quedado ninguna referencia documental,ni descripciones ni planos de la renovación del quinto duque en el siglo XVI, se conocía alguna referencia, literaria tan solo, y desde luego no se conocían los planos, aunque hace poco se dijo, que los planos estaban en la biblioteca y archivos de la Ciudad del Vaticano.
En el Archivo Histórico Nacional de Madrid,se pueden encontrar algunos planos y diseños trazados por Acacio de Orejón, arquitecto y maestro de algunas obras del duque don Iñigo, en los que, si bien están hechos para calcular medidas a la hora de la construcción, figuran suficientes datos para darnos una idea de la disposición y simbolismo mitológico de otros jardines, hoy como no,también perdidos.
Estos planos, se conservan en el Archivo Histórico Nacional, sección Osuna, carpeta 2, planos 68, 69 y 70, más otros planos (80, 81 y 82) en los que aparecen trazados que pueden referirse a estos jardines, especialmente uno grande y magnifico con un laberinto incluido.
A los jardines se accedía desde la galería del poniente de palacio, y desde las cámaras de nueva construcción que por poniente continuaban la antigua fachada palaciega,tras un pequeño espacio vacío, se pasaba al recinto donde varias fuentes lanzaban el agua a través de estatuas de dioses antiguos,ya poco se puede ver quitando esta fuente.
Se sabe que a una de estas fuentes, se la llamada “fuente grande”, fue hecha en Génova, encargada por el castellano de Milán, don Sancho de Padilla, para el duque alcarreño, y traída en barco hasta Cartagena (Murcia), de donde llegó a Guadalajara en mayo de 1573.
Dos marmolistas milaneses, llamados Juan Bautista Milanés y Domingo Milanés, se encargaron de montar las piezas recibidas de Italia y poner en funcionamiento la tan esperada fuente,no se conocen los motivos iconográficos de la misma, aunque si se sabe que su planta era octogonal llevaba una estatua en lo alto,ocho en las esquinas del monumento, saliendo agua de todas y cada una de ellas.
Además de estas fuentes se proyectó un gran estanque que recibió el nombre de «estanque de Diana», según se ve en uno de los croquis de Orejón para este jardín,el estanque era lo suficientemente grande como para tener abundante fauna acuática como peces y varios cisnes, así como tambien una barca que permitía pasear en ella a través del estanque,toda una maravilla instalada en casa.
Estos detalles los proporciona una carta de recomendaciones que el duque don Juan Hurtado de Mendoza hizo en 1603 a su alcaide de palacio Sancho López de Frías, recomendándole que en ausencia de los señores ,se tubiese cuidado de dar de comer a los cisnes y no permir de ninguna manera que se lavasen en el estanque ni se pesquase en él, que la barca se saque del estanque que lo vijile para que no hurten el agua de las fuentes de la casa, y que estén siempre aderezadas y corrientes.
El hecho de dedicar el gran estanque a la diosa Diana parece estar justificado por el tutelaje que esta figura mitológica tuvo sobre las diversas manifestaciones de la vida natural, sobre las fuentes, los lagos, los animales y los paisajes en general,era un tributo que a esta diosa,Diana, pagaba el duque, poniendo bajo su advocación un rincón de su jardín en el que, sin duda, tan agradables momentos pasaría.
Más lejos aún del edificio palaciego se puso un elemento nuevo en los jardines,se trataba del «laberinto de Creta», ingeniosamente dispuesto de tal modo que venía a ser un complicado conjunto de oscuros corredores, pasadizos y acequias circulares formados por coniferas por las que se accedía a una estrecha isla central en la que residía el minotauro.
Sobre este elemento del jardín del palacio del Infantado solo se tiene la referencia gráfica la cual aparece en uno de los croquis de Orejón, y no se conoce ni referencia ni ningun documento escrito mas a cerca de él,en las siguientes fotos podras ver como se encuentra en la actualidad.
El uso de un mito cretense como es el laberinto, el minotauro y la lucha de Teseo contra este ser, pudiera parecer, en principio muy desligada de la tónica general del conjunto, en el que priman alusiones a la historia romana y a la mitología olímpica,pero basta con conocer la general utilización de este elemento “laberíntico” en la mayoría de los jardines del Renacimiento italiano para comprobar que su utilización en Guadalajara no hace sino afianzar el clasicismo de todo el programa,el gran laberinto, a imitación del de Creta, dedicado al Minotauro, claramente entroncado con la leyenda de Teseo que, sirviéndose del hilo de Ariadna, logró salir de dicho laberinto, lo que viene a significar el poder de la inteligencia en su lucha contra la adversidad.
Sin ninguna duda uno de los jardines de Guadalajara que si estubiese mas cuidado seria un area verde perfecta por su ubicacion y belleza,un lugar que te traslada al pasado haciendote imaginar como disfrutrian aquellas personas en esa epoca de este lugar.

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